Gran parte de nuestra vida queremos sentirnos escuchados, aceptados y la escucha activa es el punto de partida para conseguirlo. Es así que la escucha activa puede conceptualizarse como oír con atención, comprensión y cuidado. Hay que tener en cuenta que la comunicación no es un proceso exclusivamente racional puesto que con la escucha activa, lo fundamental son las emociones y sentimientos, además de comprender a las personas y entender la relevancia que tiene un determinado tema para el otro.
La escucha activa es, tal vez, la parte más complicada en la comunicación interpersonal, puesto que hay que estar disponible y atento a los mensajes que nos da la otra persona de manera verbal como no verbal.
Si lo ponemos en práctica, la principal acción que se realiza en la escucha activa es arrodillarse y realizar contacto visual, este gesto hace que nuestro interlocutor se sienta escuchado y entendido. Esta es una técnica de comunicación es muy favorable cuando se habla con los niños y ayuda a mejorar la confianza y autoestima de nuestros hijos.
Para poder conseguir una escucha activa hay que tener en cuenta:
-La comunicación no verbal: Hay que poner atención a su lenguaje no verbal y luego acompañando nuestro lenguaje del cuerpo al suyo, luego de tener cierta información se debe demostrar empatía, lo importante aquí es que se sienta que estamos cercano a él o ella.
-El tono de voz: El volumen, ritmo de nuestra voz puede dar al pequeño más confianza y tranquilizarlos. Se debería comenzar a hablar con su mismo tono y poco a poco bajar el volumen, para así transformar una conversación más lenta, con el objetivo de que el menor adquiera otro ritmo en su diálogo. Por ejemplo: si su hijo habla con un tono de voz triste, hablar con el mismo tono y poco a poco tener un ritmo más alegre.
-Los silencios: ayuda a pensar y poder manifestar, de esta forma, mejor sus pensamientos.